miércoles, 4 de noviembre de 2009

un muerto

Me cuento un cuento y
sonrío para consolarme sola.

Le hablo a las paredes,

Los muebles me miran.

Un murmullo de silencio en el fondo del estomago

insinúa:

“Tengo hambre

Tengo frio”


Hoy vi un muerto en el borde del Sena.

Si quiso volar no lo sé

Si necesitaba aire

O si solo quería saltar.

La muerte lo abrazaba

como una amiga del alma


El cuerpo inanimado, dulce,

soñaba .

Una siesta un poco larga,

tal vez,

pero qué importa!


Una hoja que se desprende

como una hoja cualquiera,

de un árbol cualquiera.

Y es tan tierna su caída!


Golpeo las paredes pero nada.

No entienden

o no oyen:

“Hoy vi un muerto”-

grito.

Mi primera muerte

Como una onomatopeya

que se escapa de la boca

antes de poder pensarla.


Inasible, escurridiza

Mi primera muerte sin nombre

es un hombre

de pelo blanco

y sonrisa seca.





jueves, 10 de septiembre de 2009

me olvidé


Me olvidé los anteojos
Esa noche
Me olvidé una chica con una remera rayada
Y una flor en la cabeza
Un anillo con forma de corazón
Me olvidé de decir también
qué quería decir
esa noche
Me olvidé varias palabras escondidas debajo del sofá
Un puñado de saliva en el rincón,
Los suspiros amontonados adentro de la almohada,
Y mis juegos sobre la silla del piano,
En la heladera,
Subiendo las escaleras,
Y adentro de la ducha
Me olvidé las manos suaves,
los ojos húmedos de risa
y la nariz alegre que pensaba en
dibujos y manos que inventaban sonidos

A veinte noches de partir
Me olvidé de todo
menos de una cosa.
Que el peor descuido es quedarse quieto.




baño

Me sacaba del agua caliente,
hirviendo
Los pómulos rojos
como dos tomates
Manos desesperadas
tratando de agarrarse
a su cuello,
Ojos desesperados
de gallo a punto de ser degollado

***

Hoy no sabe cuándo
ni a qué temperatura
le corre el agua
De dónde se agarra,
Qué manos, qué cuellos
Sus pómulos se congelaron
y los ojos se le oscurecieron
de historias en otros mares.


viernes, 21 de agosto de 2009

The King


Love is the king of the beasts
and when it gets hungry it must kill to eat.

Bill Callahan


jueves, 13 de agosto de 2009

un monstruo metido en la garganta (segunda variación)


Tengo un monstruo metido en la garganta
No habla, solo escucha y come.
¿De quién se esconde?
¿A qué le teme?
Quiero saber su nombre.

Cuando se mueve mucho
se siente como una bola de pelos áspera y gris,
un gato atragantado a punto de vomitar.
Cuando se queda quieto,
me olvido de que está ahí.

Se alimenta con mis palabras,
se baña con mi saliva,
y se refresca con mi respiración.

No molesta siempre.
Es un monstruo simpático después de todo.

Pero el problema es…
que es un monstruo voraz.
El problema es ese:
cuando engorda.
Cuando engorda empiezan las complicaciones.

Que me falta el aire,
Que me ahogo,
Que se me seca la garganta y me palpita fuerte el corazón.

Las manos se humedecen y veo manchas
Minúsculos puntitos blancos, amarillos
Imágenes nubladas en un vidrio empañado
Sonidos lejanos como los que oirían los peces si tuvieran oídos
Como si estuviera en un submarino a miles de kilómetros bajo el mar.

Es un monstruo simpático después de todo, sí
Un poco también lo quiero.
Mientras esté tranquilo, mientras no engorde.
Mejor es mantenerlo a dieta, que se distraiga,
sacarlo a correr de vez en cuando.

Mientras no crezca puede permanecer ahí.
Me gustaría ponerle un nombre.

miércoles, 12 de agosto de 2009

gámala

Vos sos como yo
Sonreís de cerca y
mantenés la distancia necesaria
Por las dudas,
como para no chocarse.

Vos no,
Vos no sos como yo
Te mirás las manos,
manos largas,
blancas,
ves dibujos.
Cuando yo me miro las manos
me acaricio la yema de los dedos y
veo pequeñas almohaditas
que arropan,
que quieren,
siempre quieren algo-
Una mirada de reojo,
una pregunta,
un gesto

Vos tal vez
Vos tal vez te acuerdes
ocasionalmente,
si el tiempo existiera en tu memoria-
Había poca luz esa noche
Era confusa
una cerveza
un hombre grande, rubio
medias largas negras,
y a través
un par de piernas.
Había poca luz esa noche

Vos no sé.
No entiendo
qué pasa entre tus manos
qué deseos
qué almohadas
qué recuerdos

Entretanto sigue sonando el piano.



lunes, 10 de agosto de 2009

(sin titulo)


Atragantarse, atolondrarse, aturdirse.

Quedarse sin aire. Escupir y vomitar.

Es un espasmo de palabras sucias y tiernas; la náusea despechada de escándalos irresistibles.

A veces escueto, a veces desmedido, es un charco que salpica y mancha. Es saliva seca. Un loco que habla un idioma inventado, una música inconexa. Frag- men- tada, dELiRante, que huele a dama de noche, que huele a verdad. Es una conversación silenciosa con la sangre. Reírse solo.

Una discusión de uno (o de varios) contra muchos unos y (casi siempre) contra un solo vario: el otro, vos (yo), vos y yo. Un agujero blanco – un espacio, el resquicio – en plena oscuridad.
El miedo convertido en caricia de tinta sobre un papel.

Es ahogarse con el aire respirado demasiado fuerte (demasiado) ; haber advertido algo insignificante que estremece el dedo chiquito del pie. Una uña. Es bailar un lento con la Bestia, estrujarlo, abrazar su perfume brutal.
Es morderle la cola al gato.


Es tocar lo que no se puede tocar. Jugar con fuego y reírse. Robar y salir corriendo.
Mentir. Traicionar. Amar.

Es confusión,
es las cosas sin nombre.

Cosas. Eso, sí, cosas (a penas dos, tal vez tres nombres propios). Cerrar los ojos con los ojos abiertos y ver, y escuchar, y oler, y jugar con
esas cosas sin nombre.

Es correr a un lugar. A cualquier lugar. Esconderse, acurrucarse. Es llorar para regar las plantas y que crezcan. Convertirse en un ángel. Decir grandes verdades en secreto, contárselas a una piedra, contárselas al viento. Enterrarlas bajo la arena y descubrírselas al mar. Nadar. Seguir nadando.

Emocionarse con un ratón y con una nube. Gritar en voz baja. Detenerse a escuchar el llanto de una pestaña extirpada en soledad.
***
Es un niño en puntas de pie a la hora de la siesta.
***
Para mí es, sobre todas las cosas: acariciar un fantasma. Seducirlo. Besarlo. Sacarle la ropa. Un sabor amargo que se convierte en chocolate. Una niña que se hamaca durante horas. Sube. Y baja. Sube. Y baja. Sube. Y baja. Es los gritos desesperados de un sonámbulo en celo; los susurros tímidos de una abeja maníaca. Cuando hace frío, es el titiriteo de los dientes y un frenesí intermitente que te arranca el alma. Son los temblores del cuerpo, el resquebrajo de la voz y la agonía en el cuello, detrás de la oreja, cuando estoy sola. Es cada palabra que no anoté, cada cosa que me olvidé de decir y cada idea genial que no tuve.

Es un extraterrestre que está creciendo adentro mío y que cambia cada vez que lo pongo frente a un espejo. Murmura, muta. Le van saliendo garras, le crece el pelo. Emite sonidos guturales y aunque lo intenta no habla: resultó mudo de realidad. Gruñe, se queja. Se enoja y salta. Muje. Es un munji, tal vez, un unicornio blanco al que le salieron colmillos y solo se alimenta de sangre. La bilis negra más un estrépito de amor desenfrenado. Un sobresalto a la madrugada, una avalancha de futuros improbables. Y sin embargo, es el único modo de exisitir estando vivo. No morir solo. La dulce compañía de palabras, melodías, sombras detrás de los árboles del recuerdo. Y sus infinitas ramas. Sí, es querer saltar siempre, precipitarse en la cornisa cuando la humedad resbala los pies. Es decidir caerse.

Preferir estar allá y hacerse amigo de un ratón,
de una nube,
de un extraterrestre,
o de un unicornio con colmillos.



algo o alguien (primera variación)


algo habita mi garganta.
un dinosaurio peludo,
tal vez.
un genio dentro de una lámpara mágica,
quizás.
un gato,
un viejito mudo,
el nido vacío de un tucán.

algo,
qué importa qué, quién:
está a oscuras.


martes, 28 de julio de 2009

miércoles, 8 de julio de 2009

un perro


¿Por qué ese perro me mira con ojos humanos?

¿Por qué no sé responderle sus preguntas silenciosas,

la mirada fija y desconcertada?

No sos un perro,

no te disfraces.


Filosofás al sol

mientras cerrás los ojos

y tus pestañas sonríen.


Te estremecés con la caricia de cualquiera,

sos tan fácil, traicionera.

Adorable y seductora,

sos seda negra.


Echada a mis pies,

soñás con otra.

Un pájarito, una polilla, un gato.


No intentes engañarme,

yo sé que no sos un perro.

No pienso contarte mis secretos.


martes, 7 de julio de 2009

sueño


Y es que me hundo
y voy cayendo cada vez más hondo,
más cerca de las algas y
más cerca de los caracoles – si hay
algas y caracoles en este río sucio.

Desde una ventana me tiran,
desde un primer piso, o un tercero.
Podría convertirlo en una muerte plácida,
aceptar con una sonrisa ligera
el vuelco último de una ola;
las aguas quietas.

Mis últimas palabras fueron:
“en la próxima vida quiero ser un gato”
Mientras digo estas palabras creo que me arrepiento.
Tal vez por eso ahora nado.
No nado desesperadamente
pero no acepto ninguna concesión de vida.

El impulso del impacto me desliza.
Soy una gota de aceite en el agua.
Y sin embargo lloro por dentro.

hasta que salga a la superficie
o vuelva a abrir los ojos.


martes, 9 de junio de 2009

ojos de serpiente


Me lo imagino desnudo.
La piel tan blanca, casi translúcida. Un ombligo microscópico entre curvas discretas.

Se movió ¿Qué mira? ¿Me mira? Mirame. Enamorate. Si conocieras mis manos no dudarías tanto.
Lo sé por cómo me sonreiste a los ojos ayer. Sí, ayer me sonreiste a los ojos, como una dedicatoria.
A mí no me sale contenerme. Así que me descubriste, lo sé, y no me importa.
Entendiste todo lo que no hacía falta entender, como si hubiera dicho
cada cosa que delataba ese momento.
Con suerte pensaste algo parecido. Sí, ayer me sonreiste a los ojos.
¿O son fabulaciones mías? Mi diminuto campo de visión, mi gigantesco gigante virtual.
¿Se puede mirar y mentir al mismo tiempo?
No sos Dios, y yo no soy una princesa. Eso lo sé.

Me gusta tu pelo, tus ojos de serpiente.

No es malo tener ojos de serpiente. Así son tus ojos.
Te huelo, sos húmedo. Me entierro en tu pelo y me tapo como si fuera una frazada.
Me escondo adentro de tu cabeza. Me acuesto.
Los pies me sobresalen por tus ojos y solo puedo pararme cuando no estás mirando.

Y sin embargo, si no me mirás me muero.

Por favor te lo pido, enamorate de mí. Pensá que mi vida es lo único que vale la pena en este mundo.
Mirame y sonreí porque mi perfil es perfecto. Enternecete cuando me enojo porque me cuesta explicar algo, o
cuando
tengo lagañas pegadas en los ojos. Acariciame la espalda en el momento que menos lo espere.

Inventá cuentos. Leeme. Acercate en puntas de pie cuando esté durmiendo y
sentate despacio sobre el borde de la cama para verme dormir.

Juguemos al amor perfecto. Cantame. Soplame. Acomodame el pelo para despejarme los ojos. Abrí la ducha y bañame. Después acostame desnuda en la cama y dame besos en las piernas. Mirame fijo a los ojos y susurrá algo incomprensible. No dejes de tocarme nunca.Poné un disco. Hacémelo escuchar hasta el final y obligame a callarme.
Agarrame la mano fuerte, aunque me lastime.

Despeiname. Cada día, escribime notas. Dejámelas sobre la mesa, en la cama, junto a un vaso de jugo de naranja, o adentro de un bolsillo.Tapame y contame un secreto. Una vez te disfrazaste de mujer, pusiste un disco de Billie Holiday y bailaste sólo en el living de tu casa.

Enojate también, decime algo cruel. Enfurecete y rompé algo. Después llorá. Odiame. Pasá la noche sin dormir y salí corriendo a buscarme. Cuando me encuentres, acercate despacio y puteame. Pateá un árbol. Gritá. Decime que soy una puta, una insensible de mierda.Después llorá, resistite al principio pero dejate abrazar. Respirá hondo, tranquilizate de a poco y murmurá algo cínico.

Dame un beso y decime que no me querés. No te olvides nunca de que me querés.
Pensá todavía en mí cuando yo ya me haya ido.

Entristecé, desmoronate.
Quedate en la cama una semana entera y no comas, no duermas.
Ponete flaco. Quedate mirando el techo. Deshidratate.


Por favor, no tengas ganas de seguir viviendo.

Recordá lo que pensaste la primera vez que me viste y seguí pensando lo mismo, que yo soy lo único que vale la pena en este mundo.No te olvides nunca que sin mí vos no existís.

Sí, ayer me sonreiste a los ojos, como una dedicatoria.
Si hubieras sabido todo lo que podría haber pasado,
Quizás,
hubieras bajado la mirada.
Hay años que se condensan en segundos.
Los segundos de un suspiro,
los de una sonrisa insinuada,
o los de tus ojos que me miran. O que no se animan a mirarme.
Ojos de serpriente, el amor es de los valientes.

Yo sonrío, y sigo adivinando.


lunes, 4 de mayo de 2009

Tú, desdichado entre todos los hombres, has pecado

A su amorosa soledad desencantada.

¡Oh, tú, imprudente mujer!
¡Oh, tú, osada! Que poseída por un arrebato pasional tomaste la decisión equivocada: “el amor es esto”, y te tiraste con el pecho abierto en profundas aguas turbias que ahora
te chupan,
te ahogan,
te matan.
Oh, tú, amante postergada, morirás sin aire y morirás sin carne. Tú que creías que el amor era dicha, que el amor era Todo, morirás en soledad. Morirás como un pez en medio del mar.

Oh, tú, tonta entre las mujeres más sabias, creíste que podías soportarlo todo. Creías que el amor te hacía inmortal. Oh tú, la invulnerable tú, ahora tienes frío.
Ya no te preguntes: qué le ha pasado a tus manos indiferentes, qué le ha pasado a tu corazón achanchado o a tus ojos insípidos que una noche otoñal, cuando las hojas caían rojas, amarillas, la abrazaste como si fuera a tí mismo.

Oh, tú, necedad ansiosa, pulsión asesina,
oh, tú,
la agujereada por todos lados,
tu pecho ha perdido agua y tus mejillas chorrean sangre.
Oh, tú, destino trágico,
no pienses que no te han olvidado.
Ahora que has dejado de ser suave,
ahora que tienes los ojos oxidados y la boca rancia,
te han matado,
y estás muerta.

sábado, 25 de abril de 2009

veo - veo

La vie en rose.


Veo-veo
¿Qué ves?
Una silla naranja y una niña sola.

Más atrás, cerca de los árboles, veo una pelota.
La pelota está deshilachada, está vieja y flaca. A ella también le falta entusiasmo.

Cómo se aburre la joven princesa arrugada. No come naranjas ni quiere ir al zoológico.
Cuando desayuna, ¿qué pasa en el fonde de su tasa? Nada.

No ve una ciudad llena de extraños habitantes.
No piensa, tampoco, que podría matarlos o ser su Dios.

La niña triste no contesta.
Es silenciosa como una baldosa.

Su vestido violeta está impoluto.
Ni una mancha, ni un rasguño.

La joven princesa arrugada llora,
se esconde en la distancia.

Acaso solo ve el blanco, acaso ve solo el negro,
de aquella pelota deshilachada.

La joven princesa arrugada llora,
en su propia penitencia,
se ha quedado ciega de colores.