lunes, 23 de mayo de 2011

Trece maneras distintas de describir un sueño



A Wallace Stevens

1

Primera posibilidad:
Perdí a mi psicoanalista en un centro comercial.
La busqué en el baño pero no estaba.

2

Subí una escalera mecánica que no funcionaba. Los escalones estaban torcidos.
Un hombre del transito dirigía la subida con un silbato.
La escalera me daba patadas de electricidad desde los pies hasta la cabeza.
Llegué al siguiente piso mareada y me peleé con el policía por ser tan imprudente.

3

Nos subimos en una camioneta roja,
atravesamos las vías del tren
y esquivamos dos cuerpos tendidos sobre el asfalto
que esperaban. ¿Qué esperaban?
¿Deberíamos haberlos pisado?


4

A la salida del colegio de hace cinco años
me espera Mati con
una tabla de skate, una boina roja,
y una ensalada rusa en un taper.
Nos miramos y sonreímos,
el azar siempre nos cruza
aunque sea en un sueño.

5

A la salida del mismo baño del centro comercial donde perdí a mi psicoanalista,
me encuentro con Maria.
Maria pelo-negro-corto, de rasgos fuertes y
tan suelta, envidiable.
Trata de convencerme de que no me conviene ir acá, sino allá.
No le creo. Sabe que sé.
Keep your friends close and your enemies closer.

6

Los corredores son largos, nunca se acaban.
Las vidrieras brillan.
¿Donde está la fiesta?

7

Mi hermano me llama a las 20:30.
Yo todavía no me quiero ir.
Acabamos de llegar y por lo menos voy a quedarme hasta las 12.
Estamos en un festival en medio del jardín de infantes,
pero no hay música.

8

Debería acompañarlo.
Lo veo tan solo y triste..
La soledad del que nunca pudo arrancar su vida haciéndose cargo de la de otro.
Su padre, el magnífico, el magnate.
Y él, un ninja cuya única misión era salvarlo de lo que no podía salvarlo.
Trabajaría en la CIA, solo espera el momento adecuado.
Segunda posibilidad.


9

Esta gente no tiene idea ¡Si pudiera leerse la historia de cada uno en la piel!
Somos todos incógnitas, apariencias escondidas detrás de estos gestos banales.
Historias parecidas pero sueños distintos. Los sueños no pueden robarse.
La vida es sueño,
o un delirio.
No saben quién soy detrás de este vestido ajustado además de un vestido ajustado:
cucharitas de plata con forma de hoja, mousse de limón, y piletas atléticas,
un invento, una ilusión,
una sombra, una ficción.

10

El se volvió loco dos meses antes de que ella se perdiera en las calles de Buenos Aires.
Se paró a hablar con un policía y mientras le hacia preguntas sin sentido, mi amigo pasaba casualmente por ahí. Se para para saludarla y al notar su desorientación, las manos largas y temblorosas, me llama para decirme: creo que tu amiga no está bien. Quedate con ella, la están buscando. La llevaron a un hospital psiquiátrico a la fuerza. No era virgen, pero podría haberlo sido. Dos semanas después, el helado se le chorreaba sobre las manos, esas manos blancas que ahora temblaban porque tendrían frío del helado con frutilla. Pero ese es otro sueño, una película de terror: el reflejo de mi cara con su pelo largo, rubio, en el ascensor viejo de una casa desconocida mientras alguien grita mi nombre desde afuera. Hay que irse. Hay que salir corriendo.


11

Cuando él se volvió loco fue mucho peor que el pelo largo y las manos blancas.
Un día llegó , después de seis meses y 13mil kilómetros de distancia. Lo esperaba con alegría, con expectativas de regalos. Mi héroe. Pero en cuanto me vio, me abrazó y empezó a llorar tan fuerte, tan fuerte.. Nunca lo había visto llorar. Tal vez una vez, sí, una noche en Paris antes de irnos a dormir. Pero siempre pensé que era una broma. Me abrazaba y me decía: ahora te van a venir a buscar a vos. No quiero que te traigan cortada en pedacitos. Y lloraba. Lloraba porque tenia mucho miedo, como si tuviera cinco años y lo hubieran llevado al tren fantasma. Después empezó a reírse. Lloraba y se reía, lloraba y se reía. Leía hojas donde había ejercicios de español y los confundía con cartas de amor. A lo lejos, en el rincón oscuro de la habitación, Derrida le contaba algún secreto. Los loros del plato de cerámica lo estaban mirando. “Ya no tengo miedo de volverme loco, mamá”.


12

Exagerada. Dramática. Hipersensible. Neurótica.
No hay que creer lo que nos decimos en silencio
ni en los propios sueños.
A través de mi ventana veo hojas verdes y
adentro de mi cuerpo llueve.

Nada más.


13

La foto de un pingüino grande con la cabeza gacha,
el pico mirando hacia abajo,
y abajo, su pingüinito bebé acurrucado sobre su pecho blanco
con un gorrito de lana ridículo.
Eso era la cordura. No despertarse nunca del entresueño donde
la leyenda decía: “No tengas miedo.. yo te estoy cuidando!”



lunes, 14 de febrero de 2011

l'amour passait par là


Están corriendo

las mujeres de Wragby.

Hacia una cabaña en el fondo oscuro del bosque

Donde un hombre alto, mudo,

de piel blanca y botas largas se calienta las manos al fuego.

Emma tiene frío,

Connie tiene hambre,

Joan tiene sed.

Las hojas de los árboles parecen inmóviles, como dibujadas.

Corren desesperadamente

pisando ramas,

resbalándose con el musgo de las piedras,

mojándose los pies.

En el atardecer brumoso,

tres mujeres ardidas de pasión se patinan en el barro.



posibilidad de un recuerdo


Al final todo eso era para que entendieras

Y pudieras gritarle al viento, los pies hundidos en la arena,

Que no te importaba qué vida te tocara vivir,

Mientras pudieras conservar el recuerdo de ese mar que te abrazaba.



oceania


La noche no es lo suficientemente larga

para encender un fuego

y no tengo sueño.

Siguen rumiando las acacias negras

y discutiendo los grillos.

Los escarabajos se golpean contra las paredes, insistentes y tercos.

A lo lejos, el mar se queja.

Poco a poco la noche se apaga,

Los grillos se callan y los escarabajos se cansan.

Un soplo de luz a través de la ventana y yo me duermo.



ausencia


Los ojos vacíos de tierno silencio,

escondiéndose de otros,

errando en sus pensamientos,

jugando a ser monótonos y aburridos

ahora me miran como idos y se llenan de agua.