jueves, 12 de agosto de 2010
Encierro
En cada abrir y cerrar de ojos
Se tuerce el alma
como un trapo viejo que chorrea agua.
Los oídos no responden a lo que ven.
Un mundo-decorado
de personajes de ficción.
Una caja metálica perfecta. Lustrosa, luminosa.
Mientras la cabeza discurre en una y otra dirección,
el aire condensado se respira una y otra vez.
El mismo aire,
el aire sin pájaros,
el aire sin olor.
El aire arsénico.
Y a solo una pared de distancia,
la eternidad.
La nada blanca,
nubes sin espuma.
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