domingo, 23 de marzo de 2008

Solos

Ermitaño,

Cuesta asumir las palabras frustrantes.


Arrinconado en la cama,

Abrís grande los ojos y mirás el mundo de lejos.

Pero estás ahí. No te olvides.

Estás,

Conmigo.

Aunque sea esporádico. Aunque te confunda.


Quiero decirte,

Quiero decirte que

tantas cosas hay que quiero decirte.

Que quiero abrazarte fuerte hasta que nos quedemos sin aire,

Hasta que nos muramos juntos,

asfixiados juntos,

asfixiados en tu cuerpo, asfixiados en el mío.


Tu modo es complicado. Se te pega a la piel como un mosquito.

Es gris y perseverante. Desenfrenado pero parcial.

Y es tuyo. Solo tuyo.

¿Qué pasó? Contame qué pasó

hace unos años.

Explicame por qué.

Explicame cómo.


Cómo esto,

Que no se puede nombrar,

Me atraviesa las manos y los pies.

Sube hasta los párpados,

se resbala por el cuello y baja entre los muslos. Tibio.

Cómo es que los Besos de agua son Besos con mayúscula.

Besos que no se derriten.

Tercos y magnéticos.


Créeme,

La palabra no siempre ensucia.

Los besos no tienen que desbarrancarse,

Ni los ojos que caer,

Para mirar de nuevo al suelo. Al suelo fácil.

Al encuentro huidizo, al encuentro insensato,

Volver a estar solos.


1 comentario:

Anónimo dijo...

este o el otro?