domingo, 6 de enero de 2008

No creo en el llanto. El dolor no tiene lágrimas ni palabras.

No sabemos muy bien qué día es hoy.

Tampoco sabemos bien por qué queremos saber qué día es hoy.

(Pero queremos saber)

Ellos tampoco saben. Eso dicen.

Nadie sabe demasiado en realidad.

Yo los entiendo. Saber es difícil también. Es toda una responsabilidad.

Los que saben no deberían equivocarse, y sin embargo… bueno.

Con pensar es suficiente. Me pregunto si acaso es mejor pensar sin saber. Pero también me pregunto: ¿es posible?

El compromiso arruina todo. Y el saber es un compromiso. Compromete a los que saben y a los que no saben que saben -Porque en el fondo todos sabemos algo. Por más minúsculo que sea, por más hundido que esté en la consciencia.

Sí, creo que todos sabemos, lejos en nuestra memoria, lo que hicimos y lo que hicieron los otros. Sabemos qué hicieron y que pretenden no saber.

Por eso también somos responsables de sus actos. Por sospechar. Sospechamos una sabiduría que nos compromete.

Así es. Al final somos todos responsables. Algunos por saber y otros por pretender que no saben.

Ojalá fueran fieles a nuestra memoria, ojalá no se olvidaran de que todos sabemos, no tan en el fondo, algo.

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